Algunas de las posibles secuelas psicológicas y emocionales en el personal sanitario y de primera línea de intervención.
¡GRACIAS! Así empezamos y así acabaremos. Es indudable que los sanitarios habéis sido, sois y seréis capaces de cuidarnos por encima de vuestras posibilidades humanas e inhumanas, haciendo turnos agotadores, sin medidas de protección suficientes ante el virus, aplazando vuestro descanso. Nadie pone en duda vuestra extraordinaria cualificación, que como un equipo habéis remado al unísono desde el celador o el limpiador hasta la enfermera o el médico. Un diamante en bruto que cada día aumenta más su valor.
Pero este trabajo, este esfuerzo y esta situación por la que estamos pasando no es gratuita. Desde que comenzó esta lucha os identificamos como superhéroes. A pesar de ello, quién haya oído hablar de otros superhéroes ya conocidos, sabe que hasta el más famoso de ellos tenía algo que lo debilitaba y que si estaba cerca de ello, no podría hacer bien su súper labor. Para Superman era la Kriptonita, para Linterna Verde el color amarillo, para Flash era correr por superficies resbaladizas y para Aquaman era no tener agua cerca para hidratarse, por poner algunos ejemplos.
Para todos los que estáis en primera línea sanitaria es la exposición repetida e intensa a sucesos físicos y/o emocionales, la falta de recursos para hacer frente al desbordamiento, la vivencia de la muerte de los pacientes y más aún cuando “aún no es el momento” pero en lo que nada se puede hacer, la soledad de los pacientes críticos, el saber que al llegar a casa podéis haberos contagiado con lo que eso puede suponer para uno mismo o para las personas que conviven contigo. Todos estos debilitadores y algunos más, son los que hacen que sí no ponemos especial atención, disminuyan vuestras fuerzas de manera que el afán por salvarnos y por salir de esta situación, se vean deteriorados.
Los primeros síntomas que nos hacen ver que la kriptonita está cerca de nosotros son sobre todo físicos (ej. dificultades para conciliar el sueño, problemas de ansiedad física, sensación de estar cansado pero no poder descansar), pero también emocionales y cognitivos (ej. fuertes emociones difíciles de manejar, angustia al sentirse poco diestro en lOs nuevos puestos que a muchos os ha tocado encajar, miedo a verse contagiado o incluso a llevarlo a casa, impotencia de la soledad de los pacientes ante la muerte). La situación es anormal, pero todos los síntomas relacionados son normales. Por ello es bueno hacer ahí esa primera intervención para neutralizar a la kriptonita.
Una confesión con los compañeros de trabajo que puedan estar sintiéndose como tú, pedir un descanso al equipo cuando alguna de las situaciones te está superando, parar y respirar, acudir al servicio del equipo de salud mental correspondiente para que ayuden a normalizar lo que estás sintiendo, intentar mantener unos horarios y rutinas fuera del trabajo que incluyan el ejercicio físico, una buena alimentación y horas suficientes de descanso serían un buen comienzo. Así, esta kriptonita perderá su poder debilitante al menos en un 50%. (A veces los psicólogos utilizamos herramientas como la ventilación emocional o el debriefing para facilitar esa canalización los primeros momentos).
Otras veces y según va pasando el tiempo, con diferentes niveles de intensidad, se puede apreciar como suma de lo anterior, que lo que a uno tanto le apasionaba de su trabajo no sólo le deja de gustar, sino que además ahora le hace estar constantemente enfadado. Parece que tiene una coraza de insensibilidad ante las peticiones o necesidades de los pacientes o compañeros, se distancia mentalmente de esa función de ayuda que tan bien ha sabido ejecutar… acercándonos a un “Síndrome de estar quemado”. O bien se identifica hasta tal punto con las personas a las que está ayudando que se ve absorbido por su dolor físico y sobre todo emocional, lo que le bloquea e imposibilita seguir adelante desempeñando a ese 200% su función. La ayuda especializada hace que nos podamos sanar (La Liga de la Justicia sería el equivalente). (La terapia psicológica, a veces reforzada con una pauta médica sería la elección en este punto).
Por último, si no ponemos los medios necesarios, una minoría podría llegar a quedar parcial o totalmente desprovisto de su potencial, llegando a problemas más graves como un Trastorno depresivo, diferentes trastornos de ansiedad, Trastorno de estrés postraumático, etc. Aun así, aunque cueste un poco más, la kriptonita perderá con el tiempo y una atención y cuidado adecuados, su desagradable poder. (La terapia mixta psicológica y psiquiátrica como preferencia a partir de aquí).
Por eso, sanitario, superhéroe del 2020, sigue al pie del cañón, ¡te necesitamos! Es normal que a veces sientas que la kriptonita te está haciendo efecto, está muy cerca de ti. Cuídate para poder cuidarnos. ¡GRACIAS!
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